
Aprendemos conforme creamos cerámica
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Entre más aprendo, más me doy cuenta de lo mucho que aún me falta por saber.
Esa fue mi conclusión después de un proyecto especialmente retador que tuvimos recientemente. Na Umi, un nuevo proyecto en Guanacaste, nos encargó placas de cerámica para rotular todas las habitaciones y baños.
Al principio, la tarea parecía sencilla, aunque se trataba de un reto que no había trabajado antes para Pía Pottery. Cada placa debía laminarse y luego sellarse con los números de cada espacio. Sin embargo, el proceso nos planteó varias preguntas que no supimos responder de inmediato.
Después de la primera horneada, tuvimos un 26% de pérdida: algunas placas se rajaron dentro del horno. ¿Qué había pasado? Tuvimos que investigar —algo que en cerámica es una constante—. Descubrimos que al ejercer presión con los sellos, algunas partículas del barro (los platelets) se compactaban más que otras, generando tensiones internas. Esas diferencias, invisibles al principio, provocaban fracturas.
De ahí la conocida frase: “el barro tiene memoria”.
Finalmente, ajustamos la forma de sellar: lo hicimos con una presión más pareja y menos profunda. Fue una lección de paciencia, pero también un recordatorio de que este oficio, hecho de piezas únicas y procesos no estandarizados, requiere atención constante y respeto por el material.
Aprovecho para agradecerle al estudio de diseño gráfico Bosque, que estuvo a cargo de la propuesta de señalética y que, por cierto, también diseñó la identidad de Pía Pottery. Por otro lado, Cúbico Soluciones realizó las guías y los cortes en láser de los sellos.